by Rodolfo Loyola (© 1977 CLIE)
Querida madrecita:
Hoy siento un intenso deseo de escribirte. Hace dos años que no lo hago,
y tampoco he recibido carta tuya.
Anoche soñé contigo. ¡Qué desconsuelo despertar
y saberse huérfano después de volver a sentir el calor de tu abrazo,
el roce de tus labios sobre el rostro!
No sé realmente la distancia que nos separa,
porque en un sentido tengo tanto de ti,
que en mis más espontáneas manifestaciones te veo latir y ser.
Ahora que ya no tengo esa claridad en los ojos que tú tanto admirabas en mí
(creo que yo era el que más rápidamente te ensartaba la aguja),
me miro al espejo con lentes, y a través de ellos se me agranda una vida de recuerdos.
Hoy diera cualquier cosa por conservar aquellos espejuelos de una sola pata
con los que leías mis cartas, y cuyos cristales ya no te iban,
pero con ellos y separando un poco el papel, celebrabas en un banquete íntimo la llegada de ellas.
No sabes cuánto te agradezco que siempre me escribieras con tus manos,
porque tu estilo y tu letra eran inconfundibles; eras tú misma volcada en signos.
Aquellos rasgos agrandados, como tu corazón, y siempre con lápiz, porque así escribiste desde niña,
no distaba nada de tu manera de hablar y ser.¡Oh, madre mía!,
aquel epistolario sin comas, sin entre paréntesis, sin interrogaciones;
escrito con manos de duras tareas y largas caricias, todavía me golpea con amor.
Las madres no tienen faltas de ortografía, su gramática no se somete a los signos convencionales.
Ahora no sé si estoy contestando todas las cartas que me hubieras hecho en estos dos años,
o si estoy pagándote las que te debo desde que comprendí
que no hay palabras con que corresponder a tu gran sacrificio y bondad.
Y en este día de soledad hostil, de raros presentimientos y de nostalgia,
te escribo en nombre de los muchos hijos agradecidos que,
como yo, desean comunicación con algo tan único y múltiple como es una madre.
Ya en Dios nos veremos, en el amanecer en que las despedidas no nos desgarrarán más.
Mientras me esperas, te seguiré escribiendo, madrecita.
Tu hijo.
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